Poetas

Me subí al 133 para venir al laburo. Buena onda ese bondi (el 114, no) me deja en la puerta del subte: no camino cinco cuadras al pedo y con este calor. 133, uno de noventa, le presto 10 centavos a una vieja, me toca el pelo y dice gracias. Noventa, boleto, y avanzo por el pasillo comiendo almohaditas de avena rellenas con avellana. Me paro atrás de un chico lindo, obvio. Tiene el pelo rubio ceniza oscuro, corto y enmarañado. Lleva una remera negra de una banda de rock que no llego a leer, un jean que le calza justo y un bolso cruzado. En su brazo derecho tiene un tatuaje que pienso robarle: un pentagrama con unas notas le da vuelta el bracito muy cerca del codo.

Se paró el travesti que tenía yo en frente, me siento en su asiento, atrás del chico lindo. Sigo comiendo almohaditas hasta que termino la bolsa. Me pongo tapaojeras y recuerdo una parte de lo que soñé anoche: un mail de mi jefe Axel, muy mal redactado, en el que me decía que había escuchado que no me sentía motivada, que entendía todo lo que me pasaba y que allí estaban él y todos para escucharme y para que yo pudiera decir lo que se me diera la gana porque así son los equipos. Me decía eso y me llamaba "Lu". Pocas –poquísimas- veces me llama así.

El chico lindo tiene una nuca muy sexy, varonil. Y un colgante que le veo solo de atrás. Da algunos cabezazos, ojalá que me busque. Cabildo y Nahuel Huapi, me paro, cinco pasos y toco el timbre. Atrás mío vienen cuatro personas y el chico lindo. Me bajo del bondi haciendo un mini flesh (paso de danzas que me encanta, es como saltar un charco) y me voy hasta el subte pensando en todos los zapatos que quiero comprarme y en las gotas de Marta (terapeuta), que me quedan pocas. A dos metros, el subte. Estoy por bajar. Me tocan el hombro. Giro y veo al chico lindo. Hola, disculpame que te moleste, tengo esto para vos. Me dio un papelito de cinco centímetros enrollado como un pergamino. Me quedé dura pero lo agarré. Es un poema viajero para vos, decía en un costado del rollito. Lo miré y le dije sin leerlo gracias, qué lindo. Sonrió y le sonreí. Se fue y me fui. Lo leí en el subte, camino al trabajo.


Raíz esmeralda rica
encendida al alba
El aroma entibia los huesos
y los árboles no logran dormir
En camino, viendo nada
y encontrando
lo suave de lo oscuro.
Lo cierto que es lo intenso.



Abajo puso su mail. Se llama como mi primer novio.

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