Tímidos Crónicos Recuperados

Una vez me animé a hacer un curso
la temática me apasionaba
duraba dos horas y algo, los martes, durante tres meses
había que entrar a las ocho de la noche
el lugar quedaba en Palermo concheto
me anoté con una amiga (gran táctica del tímido) que no sentía la misma excitación que yo por lo que íbamos a aprender,
faltó una de cada dos clases
o sea que más de la mitad fui sola
había que entrar a las ocho y yo llegaba ocho menos dos. Tenía mi estrategia:
era muchísimo más fácil pasarme esos minutitos antes de la clase, por ejemplo, encerrada en el baño, simulando un pis largo
que hablar con cualquier desconocido (lo pienso y transpiro) o quedarme sola, parada contra alguna pared, como una estúpida freak insociable durante diez o más minutos (el tiempo promedio en el que la gente llega previamente a su cita).
De cualquier modo, lo he hecho. La modernidad me hizo un guiño y, confieso, más de una vez me consolé pensando que sola, parada contra alguna pared, me alejaba de la etiqueta de freak pálida y tímida gracias a la actuación monumental que desplegaba, transpirando, con mi celular en la mano, simulando conversaciones por mensajes de texto o llamadas de mentirita
hasta que se hicieran las ocho y todos
entráramos al aula, en manada, para buscar un asiento y que se me pase la taquicardia

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